Un jovenzuelo penquista que es feliz a su manera. Técnico en Computación e Informática que actualmente busca trabajo y, en el intertanto, quiere aprender más el bello arte de armar y arreglar computadores. Combate por la TV de calidad y ama la música pop tanto como a su familia.

01 julio 2016

Dos años de crisis en la televisión chilena

Hace exactamente dos años, Mega se coronó como lider de la televisión chilena, lo que le permitió al canal ponerse los pantalones largos. Una lástima que sea a costa de sacar rostros de otros canales y de generar fenómenos digeribles y complacientes, pero fácilmente olvidables en el tiempo.

Me atrevería a decir que nadie se acuerda hoy de Onur, ni de Sherezade, ni de Fatmagül, ni de Tichi Achondo, ni del marino de "Papá a la deriva" que aprovechó genialmente otro error no forzado del programador de TVN que optó por lanzar la que iba a ser la apuesta que revolucionaría la ficción en Chile, justo en la semana crucial de "Pituca sin lucas", cuando sobrepasaba la barrera de los 30 puntos, y a la semana siguiente oxidó inmerecidamente un diamante en bruto.

Y asi como nadie se acuerda de ellos, tampoco la gente se acuerda de los que estuvieron en el reality anterior al polémico "Volverías con tu ex". Deberá ser porque a los anunciantes, que les interesa más el rating comercial que el general, se fijan en otro tipo de rostros, más masivos, cercanos y menos exterminadores de neuronas. Por algo empresas como Claro, Paris, La Preferida, Ripley o Unimarc prefieren a rostros y ex participantes de Canal 13 más que a los de Mega.

Pero eso no es solo el inicio de un fenómeno para muchos incuestionable, sino que también es una triste efeméride: Son dos años de crisis en la televisión chilena. Una crisis sin retorno hasta nuevo aviso, o más bien, hasta que a algún cerebro que labura en alguna "fábrica de sueños" se le prenda la ampolleta y se le ocurra algo para sacarnos de la desgracia más grande que haya ocurrido en la historia de nuestra pequeña pantalla.

Y es que esta crisis es consecuencia de años y años en que la televisión hizo famosos a las personas equivocadas, a los estúpidos, ignorantes, vagonetas, drogadictos y borrachos sin oficio ni beneficio. Años en que se nos hizo creer que dos modelos que se pelean y agreden a viva voz era más importante que el logro de un deportista o cantante, que no le quedó más remedio que hacer carrera en silencio y sin apoyo de las grandes empresas. No por nada, la radio, que hoy es la antitesis de la tele en todo sentido, está ganando cada día en audiencia y en credibilidad, aunque el primer lugar de lo más escuchado en la capital todavía sea inmerecido.

Años en que, a falta de una televisión que si respete a las minorías, etnias sociales y tendencias musicales, tuvimos que satisfacer nuestras necesidades de entretención en el cine, el cable, Netflix y Spotify. Hoy, la televisiónchilena ignora lo más escuchado en las plataformas por streaming y vive en un mundo paralelo donde un grupo de cumbia que nunca he oido en mi vida y que doblan descaradamente tiene más importancia que un grupo independiente o una mina popera que triunfa y es más querida en otros países más que en el suyo.

Años en que la televisión está prisionera de sus propios defectos y errores. No hemos visto ningún acierto, ya sea por temor a innovar o por temor a perder más y más plata de la que ya perdieron. Después los mismos se quejan porque los medios anarcos, que mienten más que la tele, les llevan la contraria e invitan a apagar la tele. Algo de razón tendrán.

La televisiónchilena aún no termina de caerse a pedazos, si es que todavía no cae del todo. Aún falta lo peor, ya que los únicos que ven televisión abierta son precisamente los viejos. Y por lo mismo, se intenta ver al creador independiente, al teenager, al millenial o al "hipster" como el enemigo, el que quiere desestabilizar el medio acabando con un género que según ellos mismos en el mundo de fantasía en el que viven, ha hecho de la industria más democrática.

Y no queremos una televisión que viva del pasado o de lo mismo que lo tiene en crisis. Hay estudios de mercado pero los ejecutivos no quieren leer esas cosas que no les convienen. Necesitamos una televisión diversa, cualitativa, variada y que tenga un nivel internacional, porque sino, seremos el hazmerreir de toda la industria mundial.

Ya han pasado dos años de crisis y aún no hay señales de cambio. Mientras tanto, seguimos viendo el cable, viendo canales internacionales por internet o viendo tandas comerciales de la época en que la televisión gozaba de buena salud y calidad. Pero claramente, no es lo mismo que ver buenas cosas hechas en casa y adaptado a los nuevos tiempos. Por lo pronto, seguimos implorando como Martinoli: "Que se acabe luego esta miseria".

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