Ayer fue un día de locos. Llegaba del liceo a la casa. En la tele, se mostraba al bus de la selección llegando al Estadio de Pretoria. Mi mamá me preparaba unas papas fritas con trocitos de carne y vienesas, como para chuparse los dedos.
Dicho y ya almorzado me disponia a twittear el partido, no estaba ni ahí con Carcuro ni Solabarrieta, ni mucho menos con Zamorano. No dudé y prendí la radio para escuchar a ADN Deportes, es que ese medio tiene mejores relatores que en la pantalla chica. Ya jugaban España y Chile, uno de los dos se iba al aeropuerto sin honor ni dignidad.
Ahora vino el momento de peligro de los coños... Se escapaba Bravo para intentar achicar, pero el muy pavo no se dio cuenta de que le iban a convertir. Y le convirtieron. Luego otro gol de la madre patria, y para variar Estrada expulsado. Todo mal. Y tener que volver a depender de otros...
Por suerte en el partido de Honduras iban todavía a cero. Yo por supuesto seguía optimista... Hasta que vino el gol de la roja, nuevamente nos ilusionó, y dificultó más a Suiza. Entre tarjetas amarillas del Chiquidrácula zaquero y faltas clarisimas, igual clasificamos. "A lo Bielsa". Algunos en Twitter decían que era mejor eso que empatar "a lo Acosta". Me fui a dar una vuelta en el auto de una tía, el sonido de las cornetas rebautizadas como Vuvuzelas y los bocinazos eran ensordecedores. Nada apagaba el entusiasmo, ni siquiera una derrota. ¡CHILE ESTABA EN OCTAVOS!
¿Dónde estarán los argentos que criticaban a Marcelo Bielsa? ¿Dónde estará el dueño de "Bielsa fracasado"? Todos ellos hoy se sacuden en sus tumbas, porque vieron como acá en Chile triunfaba "el loco". Y triunfaba para darle una alegría al país.
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