¿Usté creia que iba a hablar de otra Inmundicia más? -como lo llama mi gran amigo Justin Brevis Medina de Viña del Mar-. No señor, voy a hablar de algo que creo yo es más importante que lo que haga un enfermo mental que esperemos se quede el resto de su vida en la carcel -y que es lo único que me referiré sobre la última de ese pelmazo acá-.
Siento mucha admiración por los fonoaudiólogos. Pienso que hacen una labor abnegada por aquellos que les cuesta expresarse y/o hablar bien. Mi primera fonoaudióloga la tuve en 1995, cuando tenía apenas 3 años más o menos, se llamaba Lorena Luna y era muy amorosa. Recuerdo que le había recomendado a mi mamá esos casettes de los "Cantando aprendo a hablar", con el cual aprendí más palabras. También me acuerdo que siempre grababamos las sesiones, que tuve hasta 1999, año en que me dió de alta. Ella trabajaba en el Consalud de Conce -que hoy es Mega Salud-. Siempre quise saber qué fue de ella, hasta que por milagros de la vida me reencontré con ella en 2007, cuando con mi liceo fui a ver el MIM cuando vino a La Tortuga de Talcahuano, en ese año estaba trabajando en el Cavime, que según reza su página web se trata de una organización que apoyaba a niños con dificultad de aprendizaje.
En el año pasado me encontré con otra fonoaudióloga. Estudiaba en la Universidad de Concepcion y me vino a ver para conocerme más. Se llamaba Carolina Belmar y era una gran persona, y me trajo a sus "alumnos", uno se llamaba Jonathan Arenas y otro no me acuerdo de quien era, pero siempre hacíamos variadas actividades.
Yo a lo que quiero ir es que los señores fonoaudiólogos hacen una gran labor y son un bien necesario para los niños y jovenes de nuestro país, que yo considero "los segundos Psiquiatras". Todo, para que este año venga un pelotudo que empañe toda su labor. Un jovenzuelo que trabajaba en un jardín infantil, y que abusaba a diestra y siniestra a los niños y niñas, que no tuvieron miedo en contar lo que realmente pasaba en ese "jardín del terror". Una vergüenza para la profesión que tristemente empañó a todos, y que el Colegio de la orden se manifestó yo diría a tiempo, porque no falta el que generaliza.
Ojalá nuestros fiscales y jueces actúen con la misma seriedad con la que actuaron perdiendo su tiempo con la querella de la Kenita, y que no aflojen como lo hacen con los delincuentes que después de un rato detenidos vuelven a las calles -y que me recuerdo que el fin de la "puerta giratoria" era una promesa de campaña de Piñera que NO CUMPLIÓ hasta ahora-. Y repito, mis respetos para los señores fonoaudiólogos, y ojalá que este lamentable hecho no empañe de sobremanera su oficio más que necesario.
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