Lugar: Mi liceo. Faltaba poco para que se acabara el recreo, en la sala estaban preparando la tele, un compañero hacía lo que fuera para que se viera decente el canal nacional. Mientras la profe trataba de hacer funcionar el datashow, lo que nunca se logró.
Fue ahi, cuando despues de terminado ese instante, nos fuimos para la biblioteca. Pantalla gigante, data funcionando diez puntos, audio de maravilla, algunos de mis compañeros con sombreros gigantes, otros pintados, y otros muy acaramelados agarrándose a beso limpio. Mientras en la pantalla los equipos entonaban los himnos patrios -"los himnos varios" como decía aquella canción de Sexual Democracia-.
Sonó el pitazo inicial, el director en primera fila, algunos profesores y los encargados de la biblioteca miraban con nerviosismo cada una de las llegadas de nuestra selección, algunos hasta se pararon de sus asientos con cada una de las posibilidades de gol. Mientras allá afuera, en las otras salas, las cornetas no paraban de sonar, hasta en otro curso llevaron bombos. Todos vestidos de punta en rojo para la ocasión, y como no, si Chile tiene serias posibilidades.
Primer tiempo terminado, recreo improvisado y en el kiosko nada bueno que comprar. Habían pichangas pero a pedido. El segundo tiempo empezó, y junto con la algaravía de la sensación vino el gol anulado. Estallamos de jubilo, hasta que por el satélite se mostró al asistente levantando la bandera rojiamarilla. Todo anulado. Todo de nuevo.
Así llegaba y llegaban los muchachos al area rival, sin lograr el objetivo, cuando de pronto el pitbull habilitado se la pasa a Paredes, cabecea y todos en mi liceo gritan de júbilo... ¡Gooooooooooool! El ceacheí sonó más fuerte que nunca, el director no paraba de mover las manos y unas chiquillas gritaban "el que no salta es suizo".
El partido estaba por terminar, Suiza llegaba con todo, sin embargo salió afuera. "No nos vaya a pasar lo mismo que con Australia" decía yo, "casi se me sale el corazón" decía el profe de física. Faltaba poco y el huevonaje no paraba de saltar. Ahí sonó el pitazo inicial y gritamos como nunca, luego en el pasillo hubo una fiesta desatada, "ceachei", "chileno de corazón", "suizo conchetumare" y "el que no salta es un suizo maricón" fue el setlist del concierto de la barra improvisada. Salimos temprano, yo me fui para mi casa, mientras otros se iban al centro a celebrar.
Fue el mejor día de todo este mundial, y no lo vivía desde el 98 cuando apenas iba en kinder.
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Fue ahi, cuando despues de terminado ese instante, nos fuimos para la biblioteca. Pantalla gigante, data funcionando diez puntos, audio de maravilla, algunos de mis compañeros con sombreros gigantes, otros pintados, y otros muy acaramelados agarrándose a beso limpio. Mientras en la pantalla los equipos entonaban los himnos patrios -"los himnos varios" como decía aquella canción de Sexual Democracia-.
Sonó el pitazo inicial, el director en primera fila, algunos profesores y los encargados de la biblioteca miraban con nerviosismo cada una de las llegadas de nuestra selección, algunos hasta se pararon de sus asientos con cada una de las posibilidades de gol. Mientras allá afuera, en las otras salas, las cornetas no paraban de sonar, hasta en otro curso llevaron bombos. Todos vestidos de punta en rojo para la ocasión, y como no, si Chile tiene serias posibilidades.
Primer tiempo terminado, recreo improvisado y en el kiosko nada bueno que comprar. Habían pichangas pero a pedido. El segundo tiempo empezó, y junto con la algaravía de la sensación vino el gol anulado. Estallamos de jubilo, hasta que por el satélite se mostró al asistente levantando la bandera rojiamarilla. Todo anulado. Todo de nuevo.
Así llegaba y llegaban los muchachos al area rival, sin lograr el objetivo, cuando de pronto el pitbull habilitado se la pasa a Paredes, cabecea y todos en mi liceo gritan de júbilo... ¡Gooooooooooool! El ceacheí sonó más fuerte que nunca, el director no paraba de mover las manos y unas chiquillas gritaban "el que no salta es suizo".
El partido estaba por terminar, Suiza llegaba con todo, sin embargo salió afuera. "No nos vaya a pasar lo mismo que con Australia" decía yo, "casi se me sale el corazón" decía el profe de física. Faltaba poco y el huevonaje no paraba de saltar. Ahí sonó el pitazo inicial y gritamos como nunca, luego en el pasillo hubo una fiesta desatada, "ceachei", "chileno de corazón", "suizo conchetumare" y "el que no salta es un suizo maricón" fue el setlist del concierto de la barra improvisada. Salimos temprano, yo me fui para mi casa, mientras otros se iban al centro a celebrar.
Fue el mejor día de todo este mundial, y no lo vivía desde el 98 cuando apenas iba en kinder.
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