Con la salida de Jaime de Aguirre y la renuncia de Fernando Paulsen de Chilevisión, ¿Quiénes serán los más perjudicados? Obviamente, los programas de farándula.
¿Por qué? Simplemente porque ya sin su principal financista -o sea, el creador del jingle del NO, que sabía que la alegría iba a venir en unos sobres de Soquimich- ya no tienen capacidad de sobrevivir. Recordemos que no más "SQP" fue renovado porque De Aguirre así lo quiso y creían en ellos. En la actualidad, el programa apenas llega a 4 puntos y los sábados llega a marcar 3 con videos porongas sacados de YouTube. Si, hubo una época en que lideraron pero, con el tiempo, "Relleno con hijos" y los episodios clásicos de Los Simpsons recobraron su lugar.
Y así como cayó su principal financista, van a caer muchos más financistas, "genocidas culturales" tal y como los llamó Roberto Bruna en Twitter, sean políticos o no. Ahora, ¿Descubriremos los nexos oscuros que tienen ellos? Algún día...
Lo cierto es que la farándula, junto con la sobresaturación de las novelas turcas, terminaron por colmar la paciencia del televidente y optaron por irse al cable o a Netflix.
¿Y qué culpa tiene la farándula? ¿Qué tiene que ver? En realidad, tiene mucho que ver. Porque aparte de adormecer al televidente, lo adiestran, lo anestesian para que opine igual que ellos. Deberá ser por eso que TVN, aún con programas buenos, tenga poca sintonía. Porque entre la "Confederación farandulera de medios" se instaló la idea de que todo lo que programaba el canal de Chile era malo y no tenía que ser visto, y eso lamentablemente sesga en la audiencia.
Sumado a que durante estos años, la farándula impidió que tremendos artistas vigentes hoy tengan su cabida en nuestra televisión, imponiendo a la fuerza falsos modelos de famosos e instalando una cultura chatarra en el que Luli era más importante que una Rihanna. ¿Cree usted que es eso justo?
Pero espérese, que esto acá no acaba. La farándula además es cómplice de la segregación, estigmatización y crucifixión de los estratos sociales habidos y por haber. Los caricaturizó e instaló en el flaite la idea de ser famoso a toda costa y ser arribista, y en el cuico instaló la idea del triunfalismo y de cagarse a uno para lograr lo que uno quiere. ¿Y al esforzado, humilde y trabajador? Le tocó la ley de Moraga.
Por eso hoy la farándula pasará factura. Y los faranduleros -a los que pido respeto- tendrán que pedirle perdón a la sociedad por el daño moral causado, que es reparable, pero que tomará años para hacerlo.