En este preciso instante en la segunda potencia mundial después de United States se está generando un intenso debate sobre lo que Cameron quiere modificar en la BBC. El gobierno de ese país, aprovechando que el próximo año se tendrá que actualizar el decreto real que define a la cadena pública más importante del mundo, está aprovechando de criticar y destrozar el rol que la British Broadcasting Corporation está haciendo, hasta la misión incluida.
Cameron puso a John Whittingdale de ministro de cultura y ha liderado una ola de debates sobre la televisora. Los conservadores ya han hecho cosas como mudar BBC Three a la señal online -un desafío a lo tradicional- y un despido de mil empleados.
La reducción de costos es uno de los demonios que hay que desterrar para siempre, si queremos una diversidad real de contenidos. En Alemania, directivos querían destrozar sus cadenas públicas -que son y serán una riqueza- sacando músculo y programas emblemáticos y tradicionales. Para qué decir de las rencillas internas de la RAI, o lo que sucede con el abaratamiento de la RTP, o los ya sabidos casos de manipulación informativa en Televisión Española a favor del PP y ninguneando de forma descarada a partidos alternativos como "Podemos".
Como dice una misiva firmada por personalidades públicas de la tierra de Cheryl Cole, "una BBC reducida significa una Gran Bretaña reducida" (...) "La BBC es amada en las casas de las audiencias británicas y es la envidia del mundo entero", incluida, la de este servidor.
A la supuesta mayoría de los televidentes chilenos les da lo mismo la calidad de su televisión, no diferencian entre una serie de primer nivel como "Sitiados" o "Principes de barrio" de bostas como "Papá a la deriva" o las novelas turcas, pero a los británicos si, no por nada prefieren cosas hechas con el mayor de los corazones como "EastEnders" o el mundialmente conocido "Doctor Who", o el estelarísimo de Graham Norton. Los televidentes britanicos pueden y deben estar orgullosos de la televisión que tienen, por eso defienden la BBC, y por eso también exportan contenidos más allá de sus fronteras.
Todo esto además tiene un valor agregado muy importante: Los medios de comunicación apoyan la misiva para proteger la misión e independencia del servicio que nació en 1922 para "informar, educar y entretener". No como acá que la prensa sensacionalista hace bolsa todo lo que sea TVN o sinónimo de "televisión con inversión alta o de calidad excelente" porque para ellos le es fácil manipular al televidente promedio porque este último tiene un pésimo gusto y se aprovechan de eso.
Además, los dueños de los televisores en el lugar donde nació Cher Lloyd pagan mensualmente unos 150 mil pesos chilenos como impuesto para solventar a la cadena. ¿Y qué reciben a cambio? Televisión de clase mundial y que se exporta a través de diversas señales en el mundo, como acá que en Latinoamérica recibiremos BBC Earth -tanto como canal como a través de un bloque sabatino en TVN, que ojalá que dure más que las transmisiones del basquet #EsaManchaNuncaSeBorra-, la cadena de noticias y BBC Entertainment, que próximamente se llamará BBC Brit. No como acá que el canal público se autofinancia y tiene que hacer bostas como "Juga2" o "Lip Sync Chile". En todo caso, si mi dinerito se usa en invitar a superestrellas mundiales a sus estelares, yo feliz pago el canon.
¿Qué lecciones saca esto? Que cuando los lineamientos y estándares de un canal de la magnitud de la BBC está en juego hay que protegerlo como sea. Acá en Chile nuestros parámetros de calidad están escritos en una hoja de papel lustre, con horribles faltas de ortografía y en idioma español-bellako. A los británicos no les da lo mismo la calidad de su televisión como si a nosotros. Yo creo que un país sin una televisión de nivel internacional es un país poco inteligente y amargado. Está bien, queremos saber más de Penta, Soquimich y de cómo los políticos nos meten el guañaño en el ojo, pero también queremos escapar de la realidad con una buena historia y referentes excelentes de la cultura pop. Y ahora que difundir a la Luli es poco rentable -¿alguien sabe qué fue de los participantes de Horror a Prueba después de terminado el encierro?-, hay que hacer cambios de raiz, si no queremos ser un desierto mediático.
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Cameron puso a John Whittingdale de ministro de cultura y ha liderado una ola de debates sobre la televisora. Los conservadores ya han hecho cosas como mudar BBC Three a la señal online -un desafío a lo tradicional- y un despido de mil empleados.
La reducción de costos es uno de los demonios que hay que desterrar para siempre, si queremos una diversidad real de contenidos. En Alemania, directivos querían destrozar sus cadenas públicas -que son y serán una riqueza- sacando músculo y programas emblemáticos y tradicionales. Para qué decir de las rencillas internas de la RAI, o lo que sucede con el abaratamiento de la RTP, o los ya sabidos casos de manipulación informativa en Televisión Española a favor del PP y ninguneando de forma descarada a partidos alternativos como "Podemos".
Como dice una misiva firmada por personalidades públicas de la tierra de Cheryl Cole, "una BBC reducida significa una Gran Bretaña reducida" (...) "La BBC es amada en las casas de las audiencias británicas y es la envidia del mundo entero", incluida, la de este servidor.
A la supuesta mayoría de los televidentes chilenos les da lo mismo la calidad de su televisión, no diferencian entre una serie de primer nivel como "Sitiados" o "Principes de barrio" de bostas como "Papá a la deriva" o las novelas turcas, pero a los británicos si, no por nada prefieren cosas hechas con el mayor de los corazones como "EastEnders" o el mundialmente conocido "Doctor Who", o el estelarísimo de Graham Norton. Los televidentes britanicos pueden y deben estar orgullosos de la televisión que tienen, por eso defienden la BBC, y por eso también exportan contenidos más allá de sus fronteras.
Todo esto además tiene un valor agregado muy importante: Los medios de comunicación apoyan la misiva para proteger la misión e independencia del servicio que nació en 1922 para "informar, educar y entretener". No como acá que la prensa sensacionalista hace bolsa todo lo que sea TVN o sinónimo de "televisión con inversión alta o de calidad excelente" porque para ellos le es fácil manipular al televidente promedio porque este último tiene un pésimo gusto y se aprovechan de eso.
Además, los dueños de los televisores en el lugar donde nació Cher Lloyd pagan mensualmente unos 150 mil pesos chilenos como impuesto para solventar a la cadena. ¿Y qué reciben a cambio? Televisión de clase mundial y que se exporta a través de diversas señales en el mundo, como acá que en Latinoamérica recibiremos BBC Earth -tanto como canal como a través de un bloque sabatino en TVN, que ojalá que dure más que las transmisiones del basquet #EsaManchaNuncaSeBorra-, la cadena de noticias y BBC Entertainment, que próximamente se llamará BBC Brit. No como acá que el canal público se autofinancia y tiene que hacer bostas como "Juga2" o "Lip Sync Chile". En todo caso, si mi dinerito se usa en invitar a superestrellas mundiales a sus estelares, yo feliz pago el canon.
¿Qué lecciones saca esto? Que cuando los lineamientos y estándares de un canal de la magnitud de la BBC está en juego hay que protegerlo como sea. Acá en Chile nuestros parámetros de calidad están escritos en una hoja de papel lustre, con horribles faltas de ortografía y en idioma español-bellako. A los británicos no les da lo mismo la calidad de su televisión como si a nosotros. Yo creo que un país sin una televisión de nivel internacional es un país poco inteligente y amargado. Está bien, queremos saber más de Penta, Soquimich y de cómo los políticos nos meten el guañaño en el ojo, pero también queremos escapar de la realidad con una buena historia y referentes excelentes de la cultura pop. Y ahora que difundir a la Luli es poco rentable -¿alguien sabe qué fue de los participantes de Horror a Prueba después de terminado el encierro?-, hay que hacer cambios de raiz, si no queremos ser un desierto mediático.