El fin de la sana entretención

Siempre supe que desde que arribó la farándula a Chile, la televisión nuestra cagó. Así, sin anestesia, sin filtro -wena Alvaro Sanhueza-. Desde que mi mente tiene criterio formado, nunca supe por qué se privilegiaba el morbo de ver como dos personas peleaban en cámara, a que la calidad y la buena televisión.

Pero la triste guinda de la torta sucedió la noche del 7 de enero de este año, cuando en aquella convención de matones llamada "Primer plano", Francoise Perrot anunciaba su separación nº1234567890 de Edmundo Varas -energumeno al cual alguna vez apoyé y que hoy me arrepiento de aquello- bajo acusaciones de violencia intrafamiliar, gritos y fuertes palabras de parte de su marido. Pero lo que vino despues superó cualquier limite: El aludido se desplazó con su Audi -o sea, un Aaaaaudi po, y eso que en Amor Ciego era el "tipo humilde", que seguramente se lo ganó en eventos discotequeros- hasta Chilevisión, amenazando con entrar a la fuerza, ante toda la prensa farandulera que ya se encontraba en el frontis de la estación. Incluso Varas amenazó con derribar todo lo que encuentre a su paso con tal de dar sus descargos. Al final: Perrot se fue con resguardo de Carabineros -en lo que pierden el tiempo nuestros "servidores de la patria"-, todo a vista y paciencia del camarografo. Ni en Jerry Springer.

Lo que más me dio rabia, y tremenda, fue que la escenita marcó 30 puntos de rating esa triste noche.

Y yo en Twitter, protestando y lamentandome que sea más importante esa escenita que otras cosas más trascendentales, como el hallazgo del asesino de Cecilia Julio.

Yo siempre pedí calidad en esa plataforma, pero me dí cuenta que con unos ejecutivos que prefieren rating que calidad, con unos periodistas catetes, con unos animadores que gustan del show, y con una audiencia que gusta del "pan y circo", es imposible pedirla. Tristemente me tendré que conformar con esta televisión mediocre que llena de bolsillos a los ejecutivos. Pero para uno que creció con Viva el Lunes, con Venga Conmigo, con Gonzalo Bertrán, con Raúl Matas, con César Antonio Santis y con otros tantos proceres de la pantalla chica, esto le entristece. Creame que ese momento me puse a llorar de impotencia, de saber que finalmente, la farándula ganó y mató a quemarropa la sana entretención.

Lo que más entristece es que para ver calidad, haya que ir a USA, México, Brasil, Europa o Australia. ¿Por qué todo acá tiene que ser mediocre?

Twittear