Aporte de: Jorge Rodriguez Z. (@JARodriguezZ)
Antes de contarles este sueño que me hizo reflexionar sobre el tema, una declaración personal: no soy seguidor de ningún reality, y el último que seguí fielmente fue “La Granja” (sin contar que por alguna razón cuando dan la prueba final del último capítulo de un programa de estas características, especialmente en el ex-canal del angelito, lo veo siempre que puedo). Y también, a causa de lo que contaré más adelante, soy heterosexual sin ningún tipo de prejuicio contra la personas que se aman entre el mismo sexo. Pero aún así deseo contarles lo que soñé hace unas noches atrás, pues puede llamar a la reflexión.
En el sueño me vi ante una pantalla de televisión. En ella un programa de realidad con fuerte acento español (además de tener el logo de un canal importante de España), pero sé que era en Chile donde lo pude ver pues tenía además en la imagen el logo de un canal regional del sur de nuestro país.
Uno de los participantes era una persona homosexual que constantemente era hostigada por esa condición, y que ingresó al reality solamente con el fin de obtener algo de reconocimiento y por sobre todo respeto de quienes lo veían, aparte de algo de fama (quién tampoco se ha imaginado tener un poco de fama, y de dinero, para alivianar en algo los problemas de la vida).
Todo ocurría con normalidad hasta que ocurre una típica pelea, de esas que produce meses de encierro con varias personas conviviendo a metros de cada uno de ellos, al interior de la “casa-estudio”. El participante gay, durante un fuerte enfrentamiento homofóbico en su contra con varios integrantes del programa, de la nada saca un revólver, que nadie sabe como lo obtuvo, y sin más preámbulo ni palabras finales se pega un tiro en la sien.
En el acto muere esta persona y, tanto quienes estaban en el lugar (haciéndole bulling a esta persona como defendiéndolo) como quienes vimos esa brillante pantalla de televisión, quedamos helados, impactados por lo que vimos, sin ningún tipo de censura pues estaban en vivo (bueno, quizás donde lo retransmitían en Chile previamente lo grababan pero aún así y por alguna razón que desconocí, o por un “condoro” grande del editor del canal en Chile, lo dieron íntegro al aire). El cadáver horas después aún era enfocado cuando llega la policía a realizar los peritajes al sitio del suceso, y posteriormente cuando levantan el cuerpo inerte del malogrado participante. Todo vale por el rating.
Esto pudo pasar sin pena ni gloria como un sueño más de una noche cualquiera, pero me llevó a reflexionar que tan buena opción es como medio de integración es combinar cualquier tipo de discriminación en un reality. Y de lo que concluí es que puede ser un arma de doble filo.
Puede ser positivo integrar personas que son discriminadas, sea el motivo que sea la que la excluyan, pues puede ayudar integrar mejor a estas personas a nuestra sociedad “chilensis”. Imaginemos, por ejemplo, a un indígena de un pueblo ancestral del país o una persona que por su forma física, de pensar, actuar o porque tuvo la “mala cue’a” de nacer así la excluimos a diario, pues demostrando en su participación en el programa puede dar lugar a una ideal integración de estas personas, y quizás sean mucho mejores respecto a quienes nos consideramos “normales”.
Pero también puede ser muy negativo pues, como es actualmente nuestra televisión, no hay que olvidar que puede ser una verdadera máquina registradora, pues lo que le interesa es vender lo que sea y al precio que sea a un público que está ávido de consumir lo que le entreguen, pasando muchas veces los verdaderos valores formativos a un segundo plano. Actualmente si no hay polémica ni pelea en estos programas de realidad no vende, y quizás por tratar de vender y ser el referente en nuestra televisión puede dar pie a grandes tragedias en nuestra sociedad, aunque sean pequeñas, pues puede dar la sensación que tratando mal a las personas se puede triunfar en la vida, dándoles injustificadamente carteles y encasillamientos a una persona o a un grupo por su forma de ser, actuar o de pensar, como le pasó a Golden por ser homosexual, o a Pamela Leiva cuando era gorda y la discriminaban abiertamente delante de todos por lo mismo, casi haciéndola sentir inútil para el grupo que convivía con ella. Craso error.
La visión final de cómo se puede abordar este problema está en manos de todos, pues quizás en una de esas fue una de las causas que motivó la trágica muerte de Daniel Zamudio, hecho que removió la conciencia tanto de quienes somos heterosexuales como quienes son homosexuales. De los canales de televisión también está la responsabilidad, pues ellos son los que ofrecen un producto llamado “reality” (o de cualquier tipo de realidad), y de nosotros prefiriendo y “consumiendo” aquellos programas que no llamen a discriminar ni a dar falsas impresiones de personas que su único pecado (entiéndase esto en el sentido positivo y no negativo) es de ser como son. Quizás ellos a la larga sean los normales y nosotros los “anormales”. La palabra clave es tolerancia y no discriminación, pues después podríamos lamentar algo similar a lo que soñé en nuestras pantallas… y al paso que vamos falta poco para que suceda. Ojala no pase, pero me temo mucho que pueda pasar más luego que pronto, pues al menos yo no quiero ser testigo de eso.
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Antes de contarles este sueño que me hizo reflexionar sobre el tema, una declaración personal: no soy seguidor de ningún reality, y el último que seguí fielmente fue “La Granja” (sin contar que por alguna razón cuando dan la prueba final del último capítulo de un programa de estas características, especialmente en el ex-canal del angelito, lo veo siempre que puedo). Y también, a causa de lo que contaré más adelante, soy heterosexual sin ningún tipo de prejuicio contra la personas que se aman entre el mismo sexo. Pero aún así deseo contarles lo que soñé hace unas noches atrás, pues puede llamar a la reflexión.
En el sueño me vi ante una pantalla de televisión. En ella un programa de realidad con fuerte acento español (además de tener el logo de un canal importante de España), pero sé que era en Chile donde lo pude ver pues tenía además en la imagen el logo de un canal regional del sur de nuestro país.
Uno de los participantes era una persona homosexual que constantemente era hostigada por esa condición, y que ingresó al reality solamente con el fin de obtener algo de reconocimiento y por sobre todo respeto de quienes lo veían, aparte de algo de fama (quién tampoco se ha imaginado tener un poco de fama, y de dinero, para alivianar en algo los problemas de la vida).
Todo ocurría con normalidad hasta que ocurre una típica pelea, de esas que produce meses de encierro con varias personas conviviendo a metros de cada uno de ellos, al interior de la “casa-estudio”. El participante gay, durante un fuerte enfrentamiento homofóbico en su contra con varios integrantes del programa, de la nada saca un revólver, que nadie sabe como lo obtuvo, y sin más preámbulo ni palabras finales se pega un tiro en la sien.
En el acto muere esta persona y, tanto quienes estaban en el lugar (haciéndole bulling a esta persona como defendiéndolo) como quienes vimos esa brillante pantalla de televisión, quedamos helados, impactados por lo que vimos, sin ningún tipo de censura pues estaban en vivo (bueno, quizás donde lo retransmitían en Chile previamente lo grababan pero aún así y por alguna razón que desconocí, o por un “condoro” grande del editor del canal en Chile, lo dieron íntegro al aire). El cadáver horas después aún era enfocado cuando llega la policía a realizar los peritajes al sitio del suceso, y posteriormente cuando levantan el cuerpo inerte del malogrado participante. Todo vale por el rating.
Esto pudo pasar sin pena ni gloria como un sueño más de una noche cualquiera, pero me llevó a reflexionar que tan buena opción es como medio de integración es combinar cualquier tipo de discriminación en un reality. Y de lo que concluí es que puede ser un arma de doble filo.
Puede ser positivo integrar personas que son discriminadas, sea el motivo que sea la que la excluyan, pues puede ayudar integrar mejor a estas personas a nuestra sociedad “chilensis”. Imaginemos, por ejemplo, a un indígena de un pueblo ancestral del país o una persona que por su forma física, de pensar, actuar o porque tuvo la “mala cue’a” de nacer así la excluimos a diario, pues demostrando en su participación en el programa puede dar lugar a una ideal integración de estas personas, y quizás sean mucho mejores respecto a quienes nos consideramos “normales”.
Pero también puede ser muy negativo pues, como es actualmente nuestra televisión, no hay que olvidar que puede ser una verdadera máquina registradora, pues lo que le interesa es vender lo que sea y al precio que sea a un público que está ávido de consumir lo que le entreguen, pasando muchas veces los verdaderos valores formativos a un segundo plano. Actualmente si no hay polémica ni pelea en estos programas de realidad no vende, y quizás por tratar de vender y ser el referente en nuestra televisión puede dar pie a grandes tragedias en nuestra sociedad, aunque sean pequeñas, pues puede dar la sensación que tratando mal a las personas se puede triunfar en la vida, dándoles injustificadamente carteles y encasillamientos a una persona o a un grupo por su forma de ser, actuar o de pensar, como le pasó a Golden por ser homosexual, o a Pamela Leiva cuando era gorda y la discriminaban abiertamente delante de todos por lo mismo, casi haciéndola sentir inútil para el grupo que convivía con ella. Craso error.
La visión final de cómo se puede abordar este problema está en manos de todos, pues quizás en una de esas fue una de las causas que motivó la trágica muerte de Daniel Zamudio, hecho que removió la conciencia tanto de quienes somos heterosexuales como quienes son homosexuales. De los canales de televisión también está la responsabilidad, pues ellos son los que ofrecen un producto llamado “reality” (o de cualquier tipo de realidad), y de nosotros prefiriendo y “consumiendo” aquellos programas que no llamen a discriminar ni a dar falsas impresiones de personas que su único pecado (entiéndase esto en el sentido positivo y no negativo) es de ser como son. Quizás ellos a la larga sean los normales y nosotros los “anormales”. La palabra clave es tolerancia y no discriminación, pues después podríamos lamentar algo similar a lo que soñé en nuestras pantallas… y al paso que vamos falta poco para que suceda. Ojala no pase, pero me temo mucho que pueda pasar más luego que pronto, pues al menos yo no quiero ser testigo de eso.
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