¿Cómo un programa de televisión destinado originalmente para los niños logra ser tan masivo, no solo en Chile, sino que en toda Iberoamérica y encantando hasta a los adultos? Anoche fuimos testigos de uno de los momentos que sin duda harán historia en el Festival de Viña
La productora Aplaplac es lo que fue en su momento la productora argentina "Pensado para televisión" antes que esta última tuviera la contonación matonesca-kirchnerista que la terminara matando: Hacer programas que trascendieran, que sean recordadas por generaciones, comprensibles para un público extranjero y sean reconocidas como objeto de culto de las 525 líneas. Pasó con "Plan Z", con "El factor humano" y ahora con "31 Minutos". Un dream team que lo quisiera cualquiera: Alvaro Díaz, Pedro Peirano (el guionista de la película del NO pues), Jani Dueñas (esta es para ustedes, señores de PRISA que inexplicablemente desaprovecharon su enorme potencial), los Ilabaca, Fernando Solis (el mejor locutor de Chile), Rodrigo Salinas... un equipo que ha hecho cosas buenas para la gente de hoy.
Incluso haciendo guiños a la represión al movimiento estudiantil, y también con la intervención genial de Calcetin con Rombos Man que resume lo que desde hace dos años pedimos en este humilde cubil: "Todo niño tiene derecho a disfrutar de un espectáculo de calidad y no de las porquerías que dan en la televisión". Claro, "31 Minutos" tuvo que recurrir al CNTV para llevar a cabo su cuarta temporada, pero sin embargo el canal que los cobijó, que dicho sea de paso es estatal, gastó $390 millones en un docurreality farandulero que nadie vió.
Lo mejor es que las 600 casas respondieron conforme a este fenómeno. Peak de 53 puntos, un rating que en tiempos en que el cable se vuelve más masivo y una opción para los que quedaron sin estas por la farándula, lo de "31 Minutos" te enseña a que las cosas de calidad efectivamente venden y tienen buenos resultados. Así como Sergio Riesenberg, Gonzalo Bertrán y tantos otros gastaron mucho dinero para brindarnos programas trascendentes con invitados de renombre y con gran peso a nivel internacional y nacional, la productora Aplaplac, aun con bajos recursos, nos enseña que no necesitas de una gran producción para enamorar a la audiencia.
Sin duda esto tiene que hacer pensar a los ejecutivos. Es necesario enmendar el rumbo de las televisoras, de que sea 100% de calidad, con contenidos que no provoquen los problemas que están provocando a nivel sociológico, moral y educacional. Que vuelva la TV de siempre, esa que añoramos, esa que daba gusto ver cuando uno era chico. Otra televisión es posible, y claro que estaremos ahí para verlo.
