Un jovenzuelo penquista que es feliz a su manera. Técnico en Computación e Informática que actualmente busca trabajo y, en el intertanto, quiere aprender más el bello arte de armar y arreglar computadores. Combate por la TV de calidad y ama la música pop tanto como a su familia.

04 octubre 2015

[Daniel Castillo] La estrategia para la TV Actual



                 La crisis de la Televisión es un asunto global. En todos los países, de uno u otro modo, estamos en medio de un cambio de ciclo. Las nuevas generaciones están más fijas en plataformas virtuales de pago o virtuales que en la TV Abierta, incluso en la de Cable. Mientras tanto, los canales abiertos atienden a un público envejecido y empobrecido, o al menos es lo que ellos creen. Lo cierto es que eso provoca grandes errores a la hora de leer el público, lo que produce parrillas programaticas poco interesantes y variadas, haciendo a la televisión cada vez más irrelevante para el público general. Dicho esto, muchas de las causas de esta situación están en la historia de este medio. A través de su análisis puedo decir que las respuestas para acelerar el cambio de ciclo y hacer algo más beneficioso para todo el mundo están en Chile. Si, acá en Chile, aunque no lo parezca.

               En todos los países del planeta, los orígenes de la televisión responden a 2 modelos posibles: El modelo estadounidense (predominio del entretenimiento, canales privados grandes y canal público minoritario) o el europeo (predominio de la información y la cultura, canal público grande y hasta monopólico, canales privados pequeños y de nicho). Particularmente en Latinoamérica, la mayoría siguió un modelo estadounidense. México, Brasil y Venezuela vivieron (y siguen viviendo en el caso de los 2 primeros) años de prosperidad catódica a partir de privilegiar lo comercial sobre lo cultural. Argentina partió siguiendo el mismo modelo, aunque el peronismo en los años 70 intentó dar vuelta el modelo estatizando los canales. En Colombia se intentó seguir un modelo europeo adaptando el modelo holandés, en que los canales pertenecen al Estado y los programas son hechos por productoras pertenecientes a grupos de la sociedad civil. Pero en el país cafetero las productoras terminaron a cargo de privados, lo que genero un modelo más norteamericano en la práctica. Claramente hubo otros intentos híbridos, y allí se encuentra el caso chileno.


               El gobierno conservador de Jorge Alessandri se enfrentó al inicio de la televisión chilena. En el ya fragmentado espectro político nacional había toda una serie de posturas hacia la nueva tecnología, desde los que querían que privados (en principio los dueños de las radios de la época) se hicieran cargo, hasta los que tenían dudas sobre el efecto alienante de la pantalla chica y preferían que no iniciase actividades en el país. Finalmente, dicho gobierno tomó una iniciativa innovadora, audaz e inesperada: Abrir la televisión a grupos fuera del Estado, pero que no eran empresas sino universidades. (Si alguien conoce algún otro país del mundo en que se haya tomado una salida así, por favor dígalo. Me servirá mucho).  En ese entonces, habían 8 universidades, de las cuales los 2 planteles estatales (Universidad de Chile y Universidad Técnica del Estado) eran de alcance nacional. A eso se sumaban 3 planteles católicos (la Universidad del Norte, la Católica de Valparaíso y la Católica de Santiago) y 3 privados pequeños y locales (Universidades Austral, de Concepción y Federico Santa María) que podían iniciar su canal. A inicios de la década del 60, ya habían 3 canales, pertenecientes a las universidades de Chile, Católica de Valparaíso y Católica de Santiago. De hecho, el último de los mencionados fue el que se perfiló inmediatamente como el más exitoso, valiéndose del centralismo del país y a que a diferencia de la casa de Bello, se podía llevar a cabo un proyecto importante sin fuertes presiones políticas (claro, hablo de los 60, antes de la Reforma Universitaria y el Gremialismo).

               El modelo estructurado inicialmente por ingenieros como Juan Caraball y desarrollado por directivos y profesionales apasionados fundamentalmente era híbrido: Atraía a la gente usando elementos de la mejor televisión comercial (programas de entretención familiar, ficción, deporte) y generaba en torno a ellos espacios de corte más cultural que permitían cumplir a la universidad la misión que originalmente tenía el canal (documentales, noticieros, programas infantiles y educativos). Cuando Eduardo Frei Montalva asume el poder, se encuentra con un medio en pañales con un Canal 4 regional y cultural en Valparaíso, y dos canales en Santiago que eran polos opuestos: Un Canal 13 bien producido, con una diversidad programática interesante y un equipo humano diverso pero cohesionado, y un Canal 9 más pequeño, que emitía 4 horas al día y vivía entrampado en un pantano político y académico. En ese contexto, decía lanzar un canal del Estado que comenzó con una red nacional y cuyos trabajadores eran fundamentalmente debutantes, como Jorge Navarrete, Gonzalo Bertrán o Eduardo Ravani. En sus primeros años, TVN fue programáticamente un imitador del canal católico, ya que era el referente más exitoso de entonces. Mientras tanto, la PUC inicia un proceso de expansión gracias a la rectoría progresista de Fernando Castillo Velasco. Se abrieron sedes en regiones y un institución para formar personas aún apartadas del mundo académico: el Departamento Universitario Obrero y Campesino (si, de ahí viene DUOC). Eso también incidió en Canal 13, que inició el proceso para expandirse a nivel nacional. Pero entonces llegó el Golpe de Estado.

                    Una vez que los militares se tomaron el Gobierno, lo primero que hicieron fue intervenir TVN, durante los días posteriores al 11 de Septiembre, la señal de UCTV se emitió en las frecuencias del canal público, esto fundamentalmente porque desde la elección de Allende se eligió para la dirección ejecutiva a un hasta entonces desconocidísimo secretario del Cardenal Silva Henríquez: Raúl Hasbún. Durante su gestión, el esquema programático de su antecesor (Don Eleodoro Rodríguez Matte) se mantuvo, asumiendo como misión ser la contraparte de un oficialista TVN, entregando programas de debate muy abiertos (como A Esta Hora Se Improvisa) o alargando los noticieros privilegiando la opinión del ciudadano en la calle. Todo esto mientras Silva Henríquez intentaba diálogos entre el Gobierno de la Unidad Popular y la Democracia Cristiana para lograr una salida pacífica a los visibles resultados de un clima de crispación política. Indudablemente para el Cardenal que todo terminara en acción armada, altos grados de violencia de Estado y uso del miedo para forzar un giro hacia un capitalismo de juguete fue una gran derrota. Lo que definió lo valiente de sus decisiones en el futuro. Se impuso el “órden” interviniendo a todos los medios de comunicación, fundamentalmente a la Televisión Pública, él único canal con red nacional. Se empezó a ocupar los medios como un instrumento de propaganda y evasión. Mientras tanto, Hasbún sale de Canal 13 por diferencias con el Rector impuesto de la PUC, que era marino. Asume un viejo conocido: Eleodoro Rodríguez Matte. La jugada de la dictadura parecía perfecta: el canal seguiría bajo su dominio con el hombre que había dirigido la Camara de Comercio cuando Allende estaba en la Moneda. Pero no fue así.



                    Rodriguez era amigo personal del exrector Castillo Velasco, por lo tanto se relacionaba con gente de todos los sectores políticos. Eso le dio una sensibilidad única para lidiar con el poder político, militar y religioso y construír una televisión digna para los estándares de la época. Consiguió ser un contrapeso para un TVN alienado con dinero militar generando una red seminacional. A mediados de los 80 sus programas ya se veían desde Arica hasta Temuco, expandiéndose a todo el territorio nacional finalmente en 1990. Le da trabajo a varios artistas y técnicos de izquierda, que de no haber tenido un trabajo habrían engrosado las listas negras de asesinados, exiliados o detenidos desaparecidos. Se rodeó de un círculo de hierro tanto a nivel de ejecutivos (Ruby Anne Gumpertz, Alfredo Abbá, Jaime Cuadrado, Juan Agustín Vargas, Luis Salazar, José Manuel Larraín, Ricardo Miranda, Gonzalo Bertrán) como a nivel de rostros (Mario Kreutzberger, Javier Miranda, Jorge Díaz, Julio Martínez). Se contruyó y desarrollo el esquema programático mixto y se generaron condiciones laborales normales para un canal de TV de un país desarrollado, pero altísimos para el estándar chileno. En tiempos en los que se promovía el individualismo, el miedo al otro y la irresponsabilidad, la Teletón (que inició fundamentalmente con equipos del canal) fue, más allá de la recaudación de dinero, los niños rehabilitados o todos los puntos oscuros que podamos encontrarle a la campaña, un elemento discursivo que puso en la boca y en la mente de las personas los conceptos de solidaridad, confianza y esperanza. La poderosa transmisión de la llegada del Papa Juan Pablo II en 1987 se hizo sin ninguna censura y permitió poner en el mapa lo que antes solo se podía decir de manera tímida y encubierta: que había oposición a Pinochet y que era necesario instaurar a democracia y cuestionarse el sistema económico. 1988 fue un año clave para el canal. Fue la voz del NO, y gano en todos los frentes a TVN, que a cargo de Carlos Krumm fue más que nunca un medio de propaganda oficial. Sábado Gigante aplastó a Por Que Hoy Es Sábado, Teletrece a TV Noticias, Martes 13 a los programas de Vodanovic, el Profesor Rossa a Cachureos y Semidios a Bellas y Audaces.  Esto, sumado al aire fresco que fue la campaña del NO (quizas la mejor campaña publicitaria que se ha hecho en Chile) permitió que la gente se uniera y rompiera el miedo acabando con las mayores barreras para su libertad. Si, no fue un logro de los políticos, sino de la gente, de los ciudadanos. ¿Cómo era todo esto posible? Fundamentalmente porque el Cardenal Silva Henríquez había diseñado una forma nueva de hacer Iglesia, de la mano de las comunidades y defendiendo a los oprimidos. Junto a otras iglesia y muchos ciudadanos de buena voluntad, creo los cimientos para una salida pacífica a una dictadura, como nunca antes se había visto en el mundo. Pero lamentablemente, nada es para siempre.



                 En 1990 ocurren 2 hechos: Uno bueno y otro terrible. Lo bueno fue que una vez llegado Alwin a la presidencia, y viendo que TVN estaba en quiebra económica y crisis de contenidos, decidió mantenerlo y revitalizarlo a pesar de los múltiples rumores sobre su venta. Coloca para dirigir la refundación del canal estatal al mismo que había fundado el canal en los 60: Jorge Navarrete. El hecho terrible lo cometió el Cardenal Carlos Oviedo: La famosa “vuelta a la sacristía” y el discurso sobre la “crisis moral” (Tejedores de Ilusión de La Ley es una crítica hacia eso) que rompió con la construcción hecha por Silva Henríquez y definió un giro conservador de la Iglesia Católica que la alejó de la mayoría de los chilenos y la acercó, paradójicamente, a quienes más entorpecieron su labor: los derechistas, los defensores de lo indefendible, los Curas Hasbún...los Karadima. A esto agreguemos la aparición de canales privados asociados a grupos conservadores: Megavisión del financista de la DINA Ricardo Claro y La Red del exministro de la dictadura Sergio Melnick. ¿Qué provocó eso? Para crecer, tanto TVN como MEGA tomaron profesionales y ejecutivos del Canal 13. La estación católica reacciona dando un giro hacia la derecha, en parte culpa del Director de Programación que asume en 1989, Jaime Pereira, salido de TVN en dictadura, que, dejando la política aparte, no era precisamente una empresa bien manejada y las platas oficiales lo salvaron unas 3 o 4 veces de la quiebra. Se retrasó cualquier posible propuesta por tomar el horario matinal, se empobreció el area de ficción a nivel de elenco y se instaló a gente que no gestionaba de manera correcta los presupuestos y los contenidos. El 13 de Don Eleodoro envejeció mal. Eso explica que luego de su muerte cayeran en una crisis de la que, siendo justos, aún no se reponen. En cuanto al canal público, fue el medio que hizo la adaptación del modelo chileno que UCTV no se atrevió a hacer, fundamentalmente por el espectacular trabajo del departamento de Prensa, encabezado en distintos periodos por  Bernando de la Maza, Patricia Politzer, Abel Esquivel y Jaime Moreno Laval. Eso sumado al trabajo hecho por los hasta ese entonces empleados de la que dirigía las teleseries en los 80 (Sonia Fuchs), Vicente Sabatini y María Eugenia Rencoret, que fué básicamente tomar el trabajo hecho en Canal 13 y actualizarlo (es sabido que luego del fracaso de Jaque Mate frente a Marrón Glacé, una adaptación de un guión brasileño, Sabatini hizo un análisis a fondo de la ficción carioca para adaptarla). El resto triunfó básicamente por exclusividad (como las clasificatorias a los mundiales de Francia, Corea-Japón y Alemania o los primeros años del Buenos Días a Todos) o porque se aprovechaba momentos de debilidad de la competencia (el Mundial de Francia 98, donde un bucólico TVN logró ganarle a un deprimido Canal 13 luego de la muerte de Don Eleodoro).  En síntesis hemos visto la evolución de un modelo chileno de televisión, híbrido entre las 2 tendencias dominantes e integrador del pensamiento de los chilenos. Cultural y masiva a la vez. Inteligente y divertida a la vez. Creciendo con la sociedad y cambiando con ella. Pero estaba por llegar la decadencia. Todo comienza el año 2001.



                         Ricardo Claro, en algún minuto, empezó a mirar modelos externos de televisión con el fin de salir del tercer lugar de audiencias. Entonces realiza una serie de cambios en esa dirección: Ficha  personajes polémicos de otras cadenas (Kike Morandé, Andrea Molina, Mauricio Israel), acorta el nombre de su canal (de Megavisión pasa a ser MEGA) y lo perfila como un canal de mero entretenimiento, lleno de mujeres con poca ropa, chistes de doble sentido y discursos vociferantes llamando al orden y la estabilidad. Esto en medio en el perfilamiento de la ultraderecha política por primera vez en 10 años en torno a la figura de Joaquín Lavín, que casi gana la elección presidencial de 1999 apelando a la gestión económica y la seguridad. Luego este modelo fue tomado por otra figura de la Alianza que asumió este maneje discursivo: Sebastián Piñera, que compra Chilevisión, que hasta entonces era un canal pequeño, experimental y de nicho, y lo convierte en el templo del pensamiento vacío que se quiso imponer a la gente. Esto provocó un quiebre en los canales tradicionales: TVN empieza gradualmente a desdibujar su propuesta y a hacer programas comerciales con poco interés integrador. (¿Cuál es el verdadero aporte de Rojo, Pelotón, Calle 7 o las teleseries nocturnas, que por muy bien hechas que estuvieran, eran hechas más para impactar a la audiencia que para reunirla en torno a un esquema de unidad?). Mientras tanto en Canal 13 se despide a Enrique García, el hombre que sabía cómo recuperar, adaptado a los tiempos, el estilo perdido, fundamentalmente porque a los gremialistas escondidos en la Universidad no les gustaba su estilo. Luego fueron a los tumbos con muchas fórmulas para enganchar a la gente que no funcionaron hasta que le venden el manejo del canal a sus principales financistas, los Luksic. Mirando en perspectiva, hay muchos hechos sospechosos, como que en 2010, mientras Piñera era a la vez Presidente de la República y dueño de Chilevisión, dicho canal adquirió los derechos para el Festival de Viña, los partidos de la Selección de Fútbol masculina y adulta y la franquicia del Got Talent. ¿Por qué pasa todo esto? Porque la derecha chilena mirando a un referente claro: Silvio Berlusconi.


                       
                         En Italia, a mediados de los 90, se develó una gran trama de corrupción en todos los partidos políticos tradicionales, la llamada “operación manos limpias”. Un ignoto empresario que empezó en el negocio inmobiliario y trajo la televisión privada a Italia (y luego a toda Europa) aprovecha esto para lanzarse a la política, fundamentalmente por sus deseos de poder absoluto. Gana la presidencia en 1994 presentándose como un “no político” que podía hacer al país más eficiente y próspero. Duró poco en el Gobierno, pero ya tenía la táctica. Volvió a lanzarse el 2001, y duró 5 años en el poder, controlando la televisión para sí. Le gana la oposición el 2006, pero a pesar de saberse todas sus corruptelas y enredos, increíblemente vuelve a ganar el 2008,  quedándose hasta el 2011 en el cargo. Poder total, persecusión a quienes muestran sus perversiones, lograr, a través de la televisión, que el italiano promedio “se identifique con él”. En innumerables ocasiones se le ha comparado con Piñera, y con razón. Quizás el no hecho nunca fiestas Bunga Bunga (aunque podríamos considerar los carretes de su hermano como algo así...ese es otro tema), pero si ha intentado estar en la empresa privada y en el gobierno a la vez. Al entrar a la presidencia, vendió Axxion, su paquete de negocios, a Bethia, de los Solari, dirigida por Carlos Heller y financista de la Fundación Pinochet a través del esposo de la dueña. Entonces, mirando en perspectiva todo lo ocurrido, podemos decir que desde el 2001, hay un intento por instalar el berlusconismo en Chile, lo peor del modelo norteamericano. Algo similar a lo que ocurre en el panorama mediático mexicano o centroamericano.  Poca producción propia, programas vulgares y noticieros serviles. Es la defensa del modelo chileno frente al intento por imponer la derecha más rancia.
     
                        ¿Cuál es la estrategia más clara? Fortalecer el modelo chileno en los 2 canales que intentan practicarlo: TVN y Canal 13. Uno del Estado, otro de la Iglesia y empresarios ligados al laguismo y que “dejan hacer” a comunicadores de izquierda. Lo mejor que se puede hacer para que TVN reflote luego es que el 13 sea lider pronto y MEGA quede obsoleto. Dicho esto, declaro que hay que romper con conservadurismos y miedos en ambos medios, para eso proponemos un manual de estilo, que creemos puede ayudar. Llamo a todos los que deseen incorporarse a esta propuesta a sumarse para firmar el documento siguiente y enviarlo a Lalo Prieto. Para que nuestras propuestas se hagan luego posible y permitan que se use el poder para el bien y no para el mal.

MANUAL DE ESTILO:
Prácticas televisivas para aumentar la audiencia sin recurrir a contenidos sensacionalistas.

                          Uno de los grandes dilemas de los canales abiertos, es cómo programar para optimizar la programación para que la mayor cantidad de público la vea. Los ratings son importantes porque corresponden a un parámetro que ayuda a las agencias de publicidad a colocar comerciales en los programas estimando cuánto público está mirando un determinado canal. Un recurso mundialmente ocupado para aumentar las audiencias es basar los contenidos de un medio en el impacto de los hechos por sobre el fundamento del contenido. La necesidad de generar recursos y el retraso en el cambio que producirían las nuevas tecnologías provocan medios de comunicación que enfatizan en el uso antiético del sexo y la violencia para tomar a la gente por sus instintos más primitivos. Y eso termina siendo frustrante hasta para los que hacen televisión. Hacer un programa pensando en un público interesante y cercano y que ese programa sea vencido por la telenovela, programa seudoerótico o reality de turno genera toda una clase de dilemas y complejos ¿Se puede con ellos o es mejor unírseles? Y la respuesta es si. Definitivamente si. Hacer tele con contenido y sentido no es añejo ni retrógrado. Los programas más recordados son, en su mayoría, de buena factura y diversidad en sus temas. Somos un grupo de televidentes que ha estudiado los medios audiovisuales de varios países y tenemos propuestas para levantar audiencias sin perder el sentido del Canal.

1. La programación en directo como radar.
                           Las parrillas de los canales de hoy abusan del género de la telenovela. Les hace falta aumentar la presencia de programas en directo bien hechos y centrados en el contacto directo con el espectador. Para envasados ya están internet y el cable. O los futuros canales temáticos de la TDT. Un buen comienzo para testear esto es el matinal. Sabemos que Bienvenidos no está en su mejor momento de audiencias, y una buena forma de dinamizarlo sería aumentar la cantidad de móviles y conversaciones en directo, disminuyendo las notas grabadas (incluidas las recreaciones al mínimo). De aquí se pueden diseñar secciones que luego podrían separarse y lanzarse en la tarde, también en directo. Pueden ser espacios de concursos, de actualidad, de concursos o de servicio.  El programa nocturno que se está planeando se tiene que hacer, no importa cuánto saque. Que sirva como radar para saber qué quiere el público. Que también se prueben nuevos horarios para lanzar espacios en vivo, sobretodo en el fin de semana. El actual horario de Morandé con Compañía es un buen ejemplo para probar un espacio distinto que le pueda competir. No tener miedo a combinar esos 3 conceptos para que el canal quede atado a la cercanía a la proximidad. Son programas relativamente baratos de hacer. En términos prácticos, se pueden usar elementos que representan históricamente al canal y que la gente aún recuerda (estudios centrados en el público, tomas de cámara que los enfoquen para ver sus reacciones, personajes humorísticos y temas que recorren toda la programación).

2. Nuestro único reality: la realidad.
                          El Canal ha sido asociado al formato del reality show, que ha terminado de hacerse por saturación de los equipos realizadores y del público. Hay elementos de la musicalización y edición de estos programas que bien podrían acercar una pauta informativa muchas veces muy árida, a públicos más generales. El desafío actual de Teletrece es aumentar su público base de manera que sea competitvo frente a Chilevisión, por ejemplo, pero manteniendo su estilo: su cercanía con la noticia dura y su estructura similar a la un diario escrito. No tiene nada de malo que se use humor, dinamismo o interactividad para acercar la política o la economía. Así como un diario tiene suplementos, el informativo, durando 45 minutos, puede ir seguido por programas periodísticos semanales que llenen la hora y media actual. Si, se que lo han hecho, pero estaría bien ordenarlo para evitar las notas de relleno o los infomerciales que echan a perder la imagen de los informativos de la señal. El edificio actual de Chilevisión es un buen espacio para poner una redacción de primer nivel que tenga un estudio integrado, como en las mejores etapas del noticiero. Es bueno confiar en la cantera, en los profesionales que hacen el trabajo diario. Y algo importante: No censurar temas. Hagan reportajes de Caimanes, de Alto Maipo, de los abusos de sacerdotes. Métanse con sus jefes, permítanles que hagan sus descargos en vivo como “pago”. La verdad nos hará libres, además de ser un elemento que al final de cuentas fortalece las confianzas y por ende la economía loca.

3. El dilema de la ficción.
                           Con Ignacio Arnold están en una cuarta etapa del Área de Ficción, fuente de varios problemas en el último tiempo ya que no se han sabido gestionar sus gastos. Claramente la solución no es imitar el modelo de TVN y MEGA, centrado en la explotación del género de la telenovela con un esquema añejo y desgastado. Ambos equipos pueden más. La idea es buscar un púbico que arrancó al cable porque la ficción nacional no lo identifica. En cine, teatro y ficción de nicho hay grandes equipos con buenas ideal, lo ideal sería encontrar la fórmula para “masificarlos” sin que pierdan su alma. Un buen ejemplo para mirar es el caso de la española Atresmedia, que en unos 3 años pasó de ser un canal con poca ficción y demasiados productos centrados en un público en específico al grupo mediático español que más ficción hace y con la mejor calidad. No temas a tercerizar o hacer coproducciones. Bien hechas pueden funcionar muy bien. En términos técnicos se funciona muy bien. Quizas un buen golpe de efecto sería hacer todos los programas grabados (no solo los de ficción) con cámaras de cine. Dará el efecto de “buena calidad” que tienen las ficciones brasileñas o estadounidenses. Que audiovisualmente un producto nacional no tenga nada que envidiarle a un envasado del mismo canal.

4. Diversificar hacia la era digital.
                              La era digital ya está aquí. Solo que hasta ahora no la hemos visto. Los comerciales de 30 segundos empiezan a ser obsoletos, ya que existen los bloqueos de publicidad. Probablemente cueste mucho encontrar formas alternativas de financiar la televisión, pero es hora de empezar a buscarlas. Tienen la ventaja de ser el grupo mediático más diversificado (con canales abiertos, de cable,  radios y portales web. Quizás les falta incursionar en la prensa escrita). Por los mismos, como lo han sido históricamente debe ser los pioneros. Motivar a la ANATEL a lanzar una app que muestre todo el contenido de los canales abiertos en cualquier plataforma (como es CHV a la Carta, pero con todos los canales abiertos y agregando material de archivo digitalizado). Grabar más programas en exteriores, aprovechando las redes sociales y la horizontalidad. Reordenar el edificio del Canal, creando 3 grandes teatros disponibles para eventos y un museo de la TV (idea que ya está en la cabeza de Mario Kreutzberger). Ideas hay, solo hay que buscarlas

A modo de conclusión, quisiéramos señalar, ¿Por qué nos atrevimos a escribir esto? Porque a pesar de los estudios de mercado y cosas parecidas, la mejor televisión sale de la intuición, de probar y escuchar, de la imaginación. Digamos que somos como Tarantino, que de tanto ver cine se vió haciéndolo y terminó siendo éxito. No queremos crédito, ni honores. Con que nuestras ideas se vean en pantalla basta, aunque no lleven nuestro nombre. 

DECLARACIÓN PÚBLICA: COMO TELEVIDENTES PEDIMOS Y EXIGIMOS RESPETOA nosotros como equipo, tanto como a ustedes que nos...

Posted by La tele según Caamaño on martes, 19 de enero de 2016