Anoche finalizó la primera aventura de "The Voice Chile". No estimados, no vamos a hacer pedazos al ganador, por mucho que también al igual que ustedes amistades, no querían que un ex "Rojo", que ya había tenido su minuto de fama -y que sus coterraneos dicen que es más pesado que un Abastible a pedales-, sino que nos vamos a detener en el formato en sí, con sus pros y contras.
Obviamente tuvo sus contras, como el abuso de las "historias penosas" durante el desarrollo de las audiciones a ciegas, así como la aparición de "hijos de" que no le gustó para nada a la patria twittera. Si habría que elegir a alguien para sacar de la eventual segunda temporada, en general me gustaron todos, cada uno en sus papeles bien jugados.
Las batallas y knockouts le pusieron sal y pimienta al programa, y demostró por qué es un fenómeno en todo país que se emite. Hay tamañas voces que hicieron que uno se cautive viendo el ciclo, como en mi caso, o en muchos que conozco en redes sociales.
"The Voice Chile" se despidió con 20 puntos e hizo que Canal 13 estuviese segundo en sintonía -y eso que "El Sultán" no logra que el canal quede en esa posición y lo margina a un pobre tercer lugar-. Algunos lo llaman éxito, otros lo llaman fracaso -como en Fotech, que no tienen idea de televisión de calidad sino que creen en el éxito sin mirar el contexto ni el fondo-. Yo no diría ni lo uno ni lo otro, sino que hay mucho que trabajar para que tenga cada día más sintonía.
Sobre los artistas, este año tuvimos a Emmanuel que estuvo en los cánones de calidad, pero se ausentaron gente de mayor jerarquía. Quizá para cubrir con los altos costos del formato, recien el próximo año veremos algo más y mejor elaborado, al igual que "MasterChef" que recien año empezará a generar ganancias en la señal mixta.
Por ahora, y solo por ahora, "The Voice" cumplió a cabalidad y es lo que cuenta. Tenía que caer en el 13, porque en CHV lo harían peor que el "Factor X" que hizo TVN. Lo único que queda: Trabajar, trabajar y trabajar. No queda otra.
Y por último, no siempre lo popular será lo más recordado. Le tocará al Toco, que quedará relegado ante el poderío de Martina Petric cuya justicia divina caerá sobre ella. Y el vikingo y nuestro Charly Benavente. Así como en 2030 nadie recordará las turcas, ni las novelas de la Quena, ni "Amor a prueba", pero si nos acordaremos de la entrevista de Don Francisco a Bachelet, del relato de Claudio Palma en la Copa América, de los programas de concursos, de Chantal Chávez y de Juliana Flores.
